Nuestra amistad y colaboración profesional se fue afianzando desde los primero años de la década de 1990. Nuevamente coincidimos en el entonces denominado Ministerio de Obras públicas, Transportes y Medio Ambiente (MOPTMA), cuyo titular era el Ministro Josep Borrell, siendo Cristina Narbona la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda.

La Dirección General de Política Ambiental estaba a cargo de Domingo Jiménez Beltrán, mientras que yo tuve el privilegio de trabajar con él en este ámbito y como Asesor de Medio Ambiente en el Gabinete del Ministro dirigido por Miguel Cruz. La labor ministerial, en su conjunto, fue muy positiva en esos años e hizo posible una política real de integración de la dimensión ambiental en todas las políticas. Pero, más aun, Domingo realizó un extraordinario trabajo profesional modernizando con aires europeos de vanguardia la Política Ambiental del MOPTMA y los procedimientos de evaluación del impacto ambiental que empezaban a tomar un gran protagonismo

En la Dirección General de Política Ambiental, Domingo hizo posible una política moderna. En aquella época compartimos mucho trabajo para avanzar en ese gran objetivo de integración ambiental en los procesos económicos y sociales y de toma de decisiones. Domingo entonces seguía demostrando que era un trabajador incansable, igual que lo manifestó a lo largo de toda su vida profesional. Recuerdo que en esta etapa “no tomaba café”, sino zumos y frutos secos “para tener más energía”, me aseguraba. Nunca rehuía estudiar una propuesta y siempre respondía en primera persona. Pero tenía un cierto “peligro funcional”; entrabas a su despacho para tratar un tema y salías con tres tareas más.

En esa etapa estuvimos trabajando codo a codo en favor de lo que ya entonces empezaba a transformar la clásica gestión ambiental en aras del nuevo paradigma del desarrollo y el medio ambiente: la sostenibilidad. Uno de los proyectos pioneros que planteamos entonces y que recuerdo con especial cariño fue el “Plan de Desarrollo Sostenible del Jalón”, enfatizando, precisamente, la dimensión territorial de la sostenibilidad y remarcando un enfoque ecosistémico basado en la funcionalidad e integridad de las cuencas fluviales.