Tras un verano demasiado caluroso y excesivamente seco, el final del mismo trajo en España algo nunca visto: un huracán. Por primera vez en la historia, un huracán toca las costas europeas. Este era un fenómeno hasta ahora imposible, pero está claro que ya no lo es tanto. Curiosamente en esos mismos días, esa sequedad, ese calor y ese viento, nunca mejor dicho, huracanado favorecieron una ola de incendios en Galicia como nunca se había vivido. Obviamente la mano del hombre, una vez más, estuvo detrás de esos fuegos cuyo origen, según dicen las autoridades, es intencionado. Por desgracia muchos se centran en el autor material del inicio de los fuegos y pasan por alto las circunstancias absolutamente excepcionales que prepararon el escenario para este histórico fuego.
Cualquier observador, no necesariamente avezado sospechará que algo, no demasiado bueno, está ocurriendo. Y cualquiera que además dedique 5 minutos y un poquito de sentido común al tema dará pronto con la causa de todo este cúmulo de despropósitos.
El problema es que para nosotros humanos es muy difícil asumir la autoría de lo que está sucediendo por todo el planeta, ya que ello implicaría cambiar de forma drástica la forma en la que nos hemos venido comportando los últimos 150 años. Nuestra forma de consumir, de comer, de vestir, de producir energía, de movernos o de fabricar cosas se tornaría insostenible. Tendríamos que admitir que es urgente cambiar el modelo económico, el energético y hasta el social. Decía Sinclair que “es muy difícil que alguien comprenda algo cuando su sueldo depende de que siga sin comprenderlo”. El problema no es que queramos o no conocer la verdad de lo que está pasando, sino que esa verdad es muy incómoda.
Una verdad muy incómoda: ahora o nunca [
VER TRÁILER] es precisamente el título español de la película documental
que, de la mano del premio Nobel Al Gore, se ha estrenado este otoño en nuestro país. Y que de hecho ha sido galardonada
en el Festival de Cine de San Sebastián con el premio “Lurra” a propuesta de GreenPeace.
Han pasado ya 12 años desde que su primera película: “Una verdad incómoda” revolucionase la idea que el mundo tenía sobre el problema del cambio climático como el mayor y más urgente problema al que se enfrenta la humanidad. En ese tiempo se ha avanzado mucho, las energía renovables han logrado ser más baratas que las fósiles, los coches eléctricos son ya una realidad visible, las naciones del mundo por vez primera se han puesto de acuerdo, firmando el Acuerdo de París,...
... pero por desgracia, en estos 12 años las consecuencias de este Calentamiento Global provocado por el ser humano también han comenzado a manifestarse de forma cada vez más dramática. Los tifones y huracanes simultáneos se han vuelto habituales, los huracanes se producen en lugares antes imposibles como Nueva York, las lluvias torrenciales arrasan medio mundo al tiempo que sequías brutales desertizan el otro medio, el polo se deshiela y los glaciares desaparecen convertidos en gigantescos icebergs, el mar sube e inunda ciudades como Miami y enfermedades endémicas como la malaria ven ampliarse su rango geográfico.
"
... Decía Sinclair que «es muy
difícil que alguien comprenda algo
cuando su sueldo depende de que
siga sin comprenderlo"
En este tiempo, hemos avanzado y hemos empeorado al mismo tiempo. Somos más conscientes del problema, pero el margen de reacción que tenemos como civilización se acorta. Y cada día que pasa sin que cambie drásticamente nuestro forma de vivir ahonda más en la crisis climática.
La nueva película de Al Gore, con una calidad gráfica y visual impresionante, muestra también del avance cinematográfico de estos últimos años, nos muestra a un tiempo lo que estamos mejorando y lo que estamos perdiendo.
De cada uno de nosotros dependerá el día de mañana. Cada uno de nosotros tendrá que prepararse para la pregunta que nuestros hijos nos hagan dentro de 20 o 30 años. ¿Por qué, si sabíais lo que estaba a pasando y si teníais las herramientas para cambiarlo, no lo evitasteis? Cada uno tendrá que mirar en su interior y buscar cual puede ser su respuesta, qué hizo para evitarlo y hasta qué punto es responsable de la situación que se produzca. Pero lo que no podrá decir es que no se le advirtió.
Pero por si fuese poco, cuando parece que hemos avanzado un paso con cuestiones como la firma del Acuerdo de París por parte de la inmensa mayoría de las naciones del planeta y por todos los grandes contaminadores, el destino nos da una bofetada en pleno rostro en forma de elecciones surrealistas poniendo a un empresario del show business, acomplejado, paleto y prepotente al frente de la primera potencia del mundo. La llegada de Trump es como si nos hubiesen despertado en lo mejor del sueño con un cubo de agua fría en la cara. Al principio, aturdidos, tratamos de recomponernos y entender qué es lo que está pasando. Pero antes de que podamos reaccionar esa pesadilla en forma de presidente empieza a poner patas arriba toda la aun frágil estructura que tantos años y esfuerzo había costado construir. Y lo hace además con la desfachatez del niño mimado y malcriado que hace las cosas porque le apetece y sobre todo porque puede. Sin que nadie le pueda echar cuentas y pudiendo decir en una misma frase una cosa y la contraria. Puede decir que va a cerrar la Agencia Americana de Medio Ambiente y evitar el desplifarro en energías renovables y a la frase siguiente argumentar que el muro con México se pagará poniendo placas de energía solar en lo alto de dicho muro.
Normalmente podríamos decir aquello de que no hay mal que mil años dure, o que nunca ha llovido que no escampe o que tras una mala noche siempre llega el día. Pero el problema es que en esta ocasión el tiempo se nos acaba. El margen para evitar que las consecuencias sean irreparables llega a su fin. Siberia y Alaska aumentan peligrosamente su temperatura, y no podemos olvidar que bajo su permafrost se escoden 700 gitatoneladas de CO2 equivalente en forma de gas metano. Ese gas liberado podría equivaler a la misma cantidad que actualmente se encuentra liberado en la atmósfera. Actualmente estamos en las 400 partes por millón y podríamos superar las 600 o las 700 con las consecuencias que ello supondría. Si analizamos de forma fría la situación nos deberíamos poner a llorar puesto que parecería que no hay esperanza…
…O tal vez, sólo tal vez, si seamos capaces de cambiar el rumbo, si podamos dar ese salto adelante en la evolución social humana y si seamos capaces de frenar el cambio climático evitando los efectos más dañinos. Tal vez, y sólo tal vez, si abrimos nuestros oídos, nuestra mente y nuestro corazón logremos evitar que el planeta cambie drásticamente y, sólo entonces, la pregunta de nuestros hijos sea otra y sea ¿cómo logramos unir nuestros esfuerzos y mantener nuestra fuerza de voluntad para hacer, lo que había que hacer, de forma responsable, decidida y siempre de la mano de la ciencia?
"
Somos la primera generación
de la historia humana con la
capacidad técnica, científica y
tecnológica para parar el cambio
climático... pero también somos la
última que tendrá la oportunidad
de hacerlo"
Las barreras son muchas, pero las herramientas a nuestra disposición también. Somos la primera generación de la historia humana con la capacidad técnica, científica y tecnológica
para parar el cambio climático... pero también somos la última que
tendrá la oportunidad de hacerlo.
Algunos sin duda preferirán quedarse atrás, pero otros, apoyados en decisiones lógicas desde el punto de vista económico, ecológico y social elegirán otro camino que tal vez nos encamine hacia un mejor futuro.
¿Cuál es tu elección?
ALVARO RODRÍGUEZ DE SANABRIA
Director general de The Climate Reality Project Spain.
Miembro de ASYPS
Descargarte la Tribuna en este
enlace